10 feb 2009

EL BARRIO QUE QUEREMOS ES POSIBLE

Material informativo y de debate

En julio de 2008 unas 50 organizaciones de la región noroeste de Gran Buenos Aires lanzaban una campaña pública. Unos meses más tarde, en la Quinta Caravana Cultural de los barrios, eran más de 100 las organizaciones de todo el Conurbano y la Ciudad de Buenos Aires que nos permitieron soñar con una acción política que involucre a miles de familias de la región.

En el mes de Enero, y frente a una estrepitosa crisis financiera en el centro mismo del capitalismo, en el Foro Social Mundial de Bélem se discutió y profundizó sobre las transformaciones sociales y políticas que vive América Latina y el mundo, y la perspectiva de la democracia participativa afianzó su presencia en la agenda política global de los movimientos populares.

Paralelamente, las organizaciones sociales amplían su capacidad de acción en espacios institucionales, en especial en el distrito de San Miguel, y plantean una nueva etapa en la profundización del Presupuesto Participativo.

De cara a un encuentro que en marzo lanzará oficialmente la Campaña el Barrio que Queremos es Posible, caminando con el horizonte de una Constituyente Social en la Argentina, compartimos este borrador de documento de información, debate y reflexión.


2009: el año que empezó antes

A findes de diciembre del pasado año, el desarrollo de la 5ª Caravana Cultural de los Barrios, que recorrió una decena de municipios del Conurbano Bonaerense y todo el sur de la Ciudad de Buenos Aires, dejó un saldo impresionante de esperanza activa puesta en el camino hacia la campaña “El Barrio que Queremos es Posible”.

Ya durante el 2do Congreso de Vecinos y Organizaciones sociales se decidió avanzar hacia una campaña pública de democracia participativa de dimensiones inéditas en la región metropolitana. En esas jornadas, el conjunto de organizaciones acordó sobre las políticas públicas y las herramientas institucionales necesarias para encarar las necesidades que nuestra población debe afrontar día a día.

Solamente en la Capital Federal, la Caravana Cultural convocó 50 organizaciones políticas, sociales y culturales reivindicaron en el espacio público la cultura de los barrios y la necesidad de una democracia participativa. Se pudo demostrar que una acción conjunta desde organizaciones muy diversas nos puede unir más los discursos programáticos que suelen separarnos. Recorriendo, además, barrios en los que muchas veces, nunca se habían producido actos políticos y culturales. En el Gran Buenos Aires, por otro lado, la iniciativa fue asumida por organizaciones sociales, pastorales, de comunicación comunitaria e incluso por experiencias que intervendrán activamente en la puja electoral de este año.


La Campaña, que intentará recoger la opinión de miles de familias de nuestra región, también servirá para la difusión de tanto de estrategias como los Consejos de la Comunidad y el Presupuesto Participativo, como de políticas públicas en Economía Social, los Servicios Públicos Comunitarios y el Deporte y la Cultura Barrial. Su lanzamiento a inicios de marzo, en el que se espera la presencia de cerca de de 300 compañeros y compañeras, dará forma definitiva a esta iniciativa sin precedentes.

Subsecretaría del Presupuesto Participativo

En el plano institucional, en estos días asumirá a cargo de la Subsecretaría Ejecutiva del Presupuesto Participativo en la Municipalidad de San Miguel el compañero Eduardo Balán, uno de los principales referentes del Movimiento por la Carta Popular e integrante del colectivo cultural “El Culebrón Timbal”. El dato de esta designación tiene algunas características particulares, ya que se da en el marco de una serie de cambios importantes al interior de la estructura municipal que apuntan a la profundización y el fortalecimiento del Presupuesto Participativo en el distrito. De este modo, se garantiza la continuidad de los importantes avances que se protagonizaron en el Presupuesto Participativo a partir del trabajo de Enrique Emiliani, actual secretario de gobierno en la gestión del intendente Joaquin de la Torre.

Eduardo Balán, activista, artista y educador popular, no posee ninguna vinculación filial con el partido gobernante (Partido Justicialista) y su accionar revela un compromiso con la perspectiva de la Democracia Participativa y la creación de proyectos sociales y culturales en la región del noroeste del Gran Buenos Aires. Fue desde esa perspectiva que colaboró activamente en la creación del Movimiento por la Carta Popular, cuya acción pública fuera determinante para la aprobación del Presupuesto Participativo como política municipal en diciembre del 2006. El proceso de fortalecimiento puesto en marcha incluye acuerdos de trabajo en conjunto con organizaciones sociales como la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), Barrios de Pie y el Movimiento 22 de Agosto, entre otros. De esta manera, se trata de una señal de la gestión municipal de apertura y compromiso con importantes sectores de la sociedad civil y organizaciones populares.

Eduardo Balán en el FSM 2009, puso sobre la mesa la experiencia del Presupuesto Participativo en San Miguel:

“El Presupuesto Participativo en nuestro distrito fue un logro del pueblo de San Miguel, de las vecinas y vecinos de sus barrios más empobrecidos y de sus organizaciones sociales. Tenemos el desafío de ampliarlo y consolidar con mucho trabajo esta cultura del protagonismo que nuestra gente está alentando y exigiendo”

Una Realidad Desafiante

Desde mediados del año pasado, la crisis del sistema financiero que se preveía a partir de la especulación en distintos mercados globales se da en un marco más que complejo, ya que durante los últimos 30 años en todo el mundo se aplicaron políticas que deterioraron los derechos sociales más importantes de las mayorías populares. A la pobreza y el desempleo estructurales que se registran, entre tantos ejemplos, en nuestra región, se han ido desarrollando serias dificultando en el acceso a la educación y la salud públicas igualitarias, complicados con fenómenos surgidos a lo largo de la última década, como la violencia social, la marginalización de la juventud y la infancia, las drogas para los jóvenes (pasta base o “paco”), la inseguridad, la degradación de las condiciones ambientales de vida (contaminación de las napas de água, basurales urbanos, etc), muchas veces, con la complicidad o el camino abierto por las mismas instituciones.


El Presupuesto Participativo en San Miguel, y a pesar de este marco, se torno durante el año pasado en una importante política de ampliación de la participación popular, convocando y consolidando más de veinte foros barriales en los que actuaron más de dos mil vecinos y delegados barriales. Pequeñas obras de infraestructura, reparación y construcción de espacios públicos deportivos y culturales, refugios, iluminación, entre otras, fueron nuevas realidades con los que los foros fueron ganando entusiasmo y capacidad de trabajo. Por otro lado, desde la perspectiva del Movimiento por la Carta Popular, permitió ampliar la discusión sobre las políticas sociales en el gran Buenos Aires con otras gestiones municipales de la región, en muchos casos insensibles o impotentes frente a las realidades sociales y reacias a la apertura de espacios participativos en la planificación de las soluciones a los temas barriales y comunitarios. El “Presupuesto Participativo” es una necesidad insoslayable en toda la región. La última “Caravana Cultural de los Barrios” llevó este debate a Tigre, San Isidro, San Martín, Quilmes, Lanús, José c. Paz, Moreno, Malvinas Argentinas, Avelleneda, La Matanza, La Plata y más de quince Barrios del sur de la Ciudad de Buenos Aires. La pobreza y la violencia del Área Metropolitana de la Ciudad y el Conurbano necesitan de la ampliación institucionalizada y permanente de la participación popular para encontrar soluciones colectivas.


Con Historia y Presente a favor- el Movimiento por la Carta Popular en la region

La entrada de un movimiento social en la Subsecretaría Ejecutiva del Presupuesto Participativo en el Município de San Miguel solo puede comprenderse si se toma en cuenta el proceso desarrollado por el Movimiento por la Carta Popular en la región. Una red de organizaciones barriales en distintas temáticas (transporte, deportes, cultura, derechos humanos, etc) qué debuto públicamente en el año 2004, con la realización de la Primera Caravana Cultural de los Barrios, y continuó con la creación de la “Carta Popular”, un documento político y social en cuya elaboración participaron más de 2000 familias, basado en una consulta familiar, un congreso y votaciones en los Barrios. Este documento consagraba el Presupuesto Participativo como un ineludible primer paso en la resolución de muchos problemas comunitarios y exigia su implementación.


La “Carta Popular” fue acompañada, desde el año 2005, por otras cuatro marchas de Carrozas gigantes recorriendo anualmente los municípios y los Barrios de la región. En acciones públicas que llegaron a durar hasta quince días, y con el activismo incansable de cientos de jóvenes de los Barrios más pobres de la región, el Movimiento por la Carta Popular fue logrando pequeños e importantes hitos. En uno de esos distritos (en San Miguel) la exigencia de los Barrios encontró eco institucional y el Presupuesto Participativo fue aprobado por unanimidad. Las iniciativas sostenidas por las organzaciones y expresadas en las políticas ya enumeradas no surgen de un ideal programático, sino de la práctica de más de 15 años en el ámbito local, con autogestión y desarrollo comunitario, luchando por generar cambios institucionales para la ampliación de las acciones. La incorporación de esta perspectiva en la gestión de un municipio significa una importante señal de esperanza para los que pelean por una democratización de fondo en lo que tiene que ver com las políticas sociales en nuestros Barrios.

Un Momento de cambios

El escenario mundial, a pesar de discursos que en épocas pasadas hablaban del fin de las pujas y la llegada de una globalizacón supuestamente benigna, han generado las contradicciones que llevaron a la crisis actual de los sectores más concentrados del capital (y que vemos día a día como intenta trasladarse a las mayorías trabajadoras). Las consecuencias son más que visibles, sobre todo en los países que han sido aquellos que sufrieron la aplicación de políticas neoliberales: fragmentación social, pérdida de institucionalidad democrática, destrucción del medio ambiente.

La conjunción de varias contradicciones en el plano político, económico, social cobra dimensión mundial con el rechazo general a las acciones militares de un Estado sobre la población civil como ocurre en Gaza y las potencialidades de la elección de Barack Obama en Estados Unidos. Esto demuestra que más allá de los discursos mediáticos y económicos, estamos frente a un escenario en disputa, donde los pueblos cobran cada vez mayor protagonismo luego de décadas de retraimiento. Cada vez, con más fuerza, comienza a construirse el horizonte de otro mundo más allá del consumo, la explotación y el dominio militar.

En nuestra región latinoamericana, hace unas semananas, en Bolívia, se aprobó una Nueva Constitución que, a la hora de describir su nuevo sistema de gobierno, lo llama “Democracia Participativa, Representativa y Comunitaria”. Se trata de una recuperación popular e institucionalizada de una concepción de gobierno en la que los sectores populares podemos ser vistos como actores protagónicos de nuestro destino. Desde el mismo nacimiento, hasta su aprobación final, más allá de los intentos de la minoría por sostener privilegios, el proceso se sostuvo por la ampliación de la base de participación e involucramiento de los sectores populares tanto en espacios de formación, de planificación, en la misma Constituyente y en los referéndums.

No resulta casual que esta reivindicación haya tenido como actor original a los Pueblos Originarios de Latinoamérica y a sus referencias institucionales, como es el caso de Evo Morales en el país Hermano. Sin embargo, las repercusiones institucionales y sociopolíticas de ese cambio conceptual, son mucho mas universales, filosóficas y de “valores”; se trata de un debate trasladable a cualquiera de nuestras comunidades. Sus consecuencias, creemos, no tardarán en hacerse ver en las luchas sociales de todo el continente y en la formulación de una nueva institucionalidad en la que sintamos que la dimensión social y comunitaria estén integradas a la toma de las decisiones públicas.

Parte de estos cambios (Democracia, Crisis Financiera, Médio ambiente, etc) fueron debatidos en el Foro Social Mundial, en Belém, en la puerta misma de la Amazonia, la región en la que se discute el futuro del recurso del agua para toda la población del planeta. Más de 200 mil personas de todo el mundo compartieron en estos días cerca de cinco mil propuestas de talleres y debates en los que se reflexiona sobre la convicción de que “Otro Mundo es Posible”. Un entusiasmo particular pudo respirarse en las más de trescientas carpas gigantes en las que miles de grupos y organizaciones están compartiendo propuestas y discusiones. Se trata de la construcción de un nuevo proceso de cambio, que madura a medida que se hace más masivo, horizontal y participativo en todo el mundo.


Legalidad para un debate en la Ciudad y el Gran Buenos Aires

En nuestros Barrios, todas estas realidades pueden significar una recuperación renovada de algunas discusiones fundamentales acalladas detrás de las trivialidades que la agenda pública intenta marcar al pueblo en su conjunto. Medioambiente, pobreza, desocupación y violencia forman parte de nuestro contexto cotidiano, y la cuestión de la participación popular no es un tema “accesorio” frente a estos problemas.


Aunque mucho se dice y se repite sobre este tema, nuestro pueblo y sus organizaciones sociales empezamos a distinguir las variaciones de la cuestión, y a denunciar claramente un modo de gestión autoritario muy difundido en el Gran Buenos Aires que ya carece de eficacia y pierde su sentido. Tampoco alcanza con la pretendida “participación” comunitaria en pequeñas iniciativas superficiales (declamada y realizada con tanta insistencia en la llamada década neoliberal) que hoy sigue, sin embargo, viva en programas oficiales (municipales, provinciales y nacionales) y no gubernamentales. Esos intentos testimoniales no significan en modo alguno avances que permitan a las poblaciones de los barrios tomar decisiones de fondo sobre los problemas que los afectan. Una democracia popular y participativa sigue siendo la deuda pendiente del sistema político argentino, y no deja de llamar la atención que la última Constitución popular sancionada en la Argentina (1949), que este año cumple 60 años, sea sistemáticamente soslayada en los debates sociopolíticos e incluso institucionales de nuestro país.

La democracia que queremos está en debate, como muestra la nueva Constitución Boliviana, o el proceso en Ecuador, Venezuela y Paraguay. En el Conurbano Bonaerense, el paso de prácticas políticas clientelares hacia otras de carácter democrático, popular o ciudadano están tan lejos como en la peor de las noches menemistas.


Desde esta clave, el proceso en el distrito de San Miguel permite dar el debate con un grado importante de legalidad, de efectividad en la gestión de temas comunitarios concretos, y difundir la visión de la Democracia Participativa como un eje importante en la discusión del futuro de los Barrios del Conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires. Ya no cómo experiencias aisladas al margen del sistema político, sino en el marco de la agenda pública y avanzando cada vez en la profundización de los debates y las acciones consecuentes.

Modelos de gestión y participación popular

La idea de la participación comunitaria puede, en algunos casos, ser solamente una fórmula “políticamente correcta” apta para la decoración de cualquier discurso institucional. Como se explica anteriormente, también hubo de esto (y mucho) en la década menemista. Desde la creación del CENOC, hasta la profusión de programas e iniciativas supuestamente “participativas”, en realidad ocultaban el impulso de un cruento plan de desguace del Estado y de concentración de la riqueza, aún con un discurso aparentemente progresista. Una visión seria sobre este tema implica plantearse el desafio de superar los instrumentos parciales de recepción de la opinión o el control de la población (que bien pueden entenderse como las quejas o los pedidos del “usuario” o “cliente” que también implementan las empresas privadas con fines de lucro), para diseñar y desarrollar instrumentos universales, accesibles, que permitan a la población de las comunidades decidir su futuro público e involucrarse en el abordaje de los temas que los afectan.

Significa superar los “diagnósticos”, los “talleres”, “foros” y las herramientas sectoriales para iniciar procesos densos de acción comunitaria institucionalizada. Y esto en modo alguno significa desdibujar la responsabilidad del Estado en la resolución de esos temas; por el contrario, significa fortalecer la esfera de lo público (en la que está incluido lo estatal) frente a las fuerzas del Mercado, generando las condiciones de una sociedad y un Estado más fuertes y eficaces que aseguren la unversalidad de los derechos políticos, sociales y económicos. El Presupuesto Participativo es, en esta clave, un primer paso insoslayable en la construcción de esa nueva cultura del protagonismo de la que dependen, en gran medida, un presente y un futuro distinto para nuestros barrios. Para quienes sabemos que gran parte de la infraestructura de nuestras comunidades en el conurbano fueron construídas con el esfuerzo vecinal, fomentista y comunitario, no es algo imposible. Por el contrario, es la única alternativa en la que es posible creer; la que depende de nuestra capacidad de unirnos.

Contra el autoritarismo, por una Democracia Participativa

En todo el conurbano, asumir esta lucha es una batalla cultural, social y de “valores” encarnados en las prácticas cotidianas. Desde esa perspectiva, la nueva etapa que se inicia en San Miguel tiene una importancia fundamental; en el Gran Buenos Aires se han desarrollado estructuras políticas sustentadas en una visión diametralmente opuesta a la que creemos necesario consolidar. Visiones que han hecho del miedo, del aislamiento, de la resignación y de la delegación en “el más poderoso” las ideas fundamentales de su solidez política.

Y si bien se trata de una concepción presente en todo el escenario cotidiano bonaerense, en el distrito de San Miguel tiene una de sus referencias más altas. La experiencia política institucional vinculada a sectores que se sublevaron contra gobiernos elegidos por la población, como “el riquismo”[1] expresa la proyección de una comunidad sujeta por el miedo, delegando, discriminando con irresponsabilidad entre sus mismos integrantes, desconfiando del vecino y de la propia fuerza de lo colectivo y lo comunitario, depositando en las armas, los patrulleros y en la discrecionalidad del poder las llaves de una supuesta paz social. Desde esta clave, el desafio de llevar adelante un camino transformador tambien en el plano de la cultura comunitaria tiene también el claro objetivo de afianzar la visión solidaria que anida en nuestra gente, con realizaciones, con la apropiación colectiva de los avances, símbolos populares, recuperación de la historia y de la dignidad social y popular.

La Campaña “El Barrio que queremos es Posible”

En este marco, la Campaña que va a realizarse a lo largo de este 2009 (“El Barrio que Queremos es Posible”) tiene una importancia estratégica fundamental. Frente al enfriamiento económico y el “ajuste” que el poder intenta explicar en el marco de la crisis internacional, frente al “miedo a lo peor” instalado como única variable de planificación, nuestra iniciativa recupera una verdad siempre renovada: la certeza de que la fuerza transformadora no está lejos nuestro, sino al interior mismo de nuestras comunidades.


No achicarse es la consigna. La dimensión de los proyectos que abordemos sólo pueden tener los límites de nuestra capacidad de trabajar colectivamente y la envergadura de la debacle financiera que vive el sistema en que vivimos es una clara señal de que, como decía Arturo Jauretche, haya que “barajar y dar de nuevo”. Otra democracia es posible: se llama Democracia Participativa. Procesos que puedan dar a luz una economía distinta, solidaria y comunitaria, una cultura democrática, una sociabilidad que nos permita disfrutar lo colectivo, lo identitario, lo local y lo global.

Con una metodología creativa, familiar y barrial, la maqueta de “El Barrio Que Queremos es Posible” va a circular durante todo el año por más de mil comunidades de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, y las opiniones y sueños de todos esos barrios van a compartirse en el Seminario Latinoamericano “Cultura y Democracia Participativa”, a realizarse durante el mes de Noviembre, con la presencia de experiencias sociales e institucionales de todo el continente y en el marco de la Sexta Caravana Cultural de los Barrios.

Esta nueva etapa de la organización y la movilización popular, de la mano del proceso que en todo el país está impulsando el camino hacia una Constituyente Social en la Argentina, nos permiten avanzar sin prisa, pero sin pausa, en la construcción de una sociedad más justa.




[1] Aldo Rico pasó a la escena luego de organizar un intento de Golpe de Estado que terminó significando privilegios para sectores vinculados con el terrorismo de Estado entre los años 1976 y 1983. Años más tarde incursionó en la política partidaria, montando un aparato político y luego sumandose al Partido Justicialista, del cuál es su presidente distrital en San Migual, municipio en donde fue intendente entre 1997 y 2003. Los avances de la participación popular en este contexto adverso de régimenes cuasi militares dan cuenta de la fuerza que existe entre la comunidad y las organizaciones para democratizar la sociedad.