El Golpe de Estado en Honduras es ya un tema instalado en las agendas públicas y noticiosas. La situación generada por la corporación política, económica, militar y eclesial del país centroamericano frente a las medidas propuestas por el presidente Manuel Zelaya avanzando hacia la Democracia Participativa.
El régimen dictatorial que encabeza Micheletti ha estado apostando a dilatar la cuestión, intentando institucionalizar el gobierno de facto. Incluso se han convocado a nuevas elecciones. Esta cuestión generó la rápida respuesta de los principales dirigentes latinoamericanos, quienes en ocasión de festejarse el bicentenario de la independencia del Estado Boliviano, sostuvieron que la OEA desconocerá esos comicios.
Mientras el presidente Zelaya continúa trabajando y viajando por diversos países buscando la manera de revertir la terrible situación hondureña, las organizaciones sociales y sindicatos han comenzado a profundizar las movilizaciones y acciones. Tras el fallido intento de regreso del presidente, y el asesinato de un joven que se manifestaba por parte del ejército, hubo un impasse al interior del país caribeño acompañado de toques de queda y campañas desmovilizantes. De todos modos, frente al anuncio de paro cívico nacional, las fuerzas populares cobraron mayor iniciativa.
En Nicaragua, Guatemala y El Salvador, las organizaciones sociales de estos países cerraron las fronteras como medida de presión para que vuelva la Democracia y cesen las violaciones a los derechos humanos y las persecuciones. Al interior, la conformación del Frente Nacional contra el Golpe de Estado permitió articular una estrategia destinada, además, a mantener los canales abiertos con el exterior mientras se realizan movilizaciones al Congreso Nacional.
A pesar de que el toque de queda sancionado por el gobierno de facto fue levantado, las muertes, represiones y persecuciones se han sucedido sin que pueda contarse con información fidedigna. El Frente ha hecho posible, que a pesar de la desinformación emanada desde los medios de comunicación comerciales, pudiesen articularse grandes movilizaciones en las principales ciudades: Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso. Sin embargo, el accionar del ejército ha dejado de lado la legalidad cuando han sido asesinados a sangre fría algunos líderes populares sin que se esclarezca lo sucedido. Agresiones a periodistas y campañas por desmovilizar para naturalizar la situación han sido, hasta el momento parte de la estrategia de quienes han ocupado el poder.
Los presidentes americanos en su totalidad han sido enfáticos en la condena a lo sucedido en Honduras. Sin embargo, especialistas en política latinoamericana, como el estadounidense James Petras aseguran que la posición de su país no es unánime y que el golpe contaría con importantes apoyos de fuerzas militares norteamericanas. De todos modos, el aislamiento internacional y la movilización interna darían a entender que la situación no puede prolongarse por mucho más tiempo, aunque es difícil predecir su desenlace.
En nuestro país, por su parte, se han producido declaraciones y acciones en apoyo a la lucha del pueblo hondureño. El paro cívico nacional que se realizó en Honduras repercutió en distintas organizaciones de trabajadores nucleadas en la Confederación Sindical de las Américas (CSA) que convocó a una jornada continental de lucha. Mientras el presidente Zelaya lanzaba el ultimatúm al gobierno de facto, la CTA y la CGT se movilizaron encabezadas por Adolfo Aguirre y Julio Piumato respectivamente a la embajada del estado en cuestión donde se entregó un petitorio repudiando lo sucedido en Honduras , afirmando que se trata de “un retroceso en la consolidación de los procesos democráticos de todos los pueblos”.
Fuentes: ALER, ACTA, FARCO, FM Compartiendo, Radio Estación Sur, Agencia Walsh
El régimen dictatorial que encabeza Micheletti ha estado apostando a dilatar la cuestión, intentando institucionalizar el gobierno de facto. Incluso se han convocado a nuevas elecciones. Esta cuestión generó la rápida respuesta de los principales dirigentes latinoamericanos, quienes en ocasión de festejarse el bicentenario de la independencia del Estado Boliviano, sostuvieron que la OEA desconocerá esos comicios.
Mientras el presidente Zelaya continúa trabajando y viajando por diversos países buscando la manera de revertir la terrible situación hondureña, las organizaciones sociales y sindicatos han comenzado a profundizar las movilizaciones y acciones. Tras el fallido intento de regreso del presidente, y el asesinato de un joven que se manifestaba por parte del ejército, hubo un impasse al interior del país caribeño acompañado de toques de queda y campañas desmovilizantes. De todos modos, frente al anuncio de paro cívico nacional, las fuerzas populares cobraron mayor iniciativa.
En Nicaragua, Guatemala y El Salvador, las organizaciones sociales de estos países cerraron las fronteras como medida de presión para que vuelva la Democracia y cesen las violaciones a los derechos humanos y las persecuciones. Al interior, la conformación del Frente Nacional contra el Golpe de Estado permitió articular una estrategia destinada, además, a mantener los canales abiertos con el exterior mientras se realizan movilizaciones al Congreso Nacional.
A pesar de que el toque de queda sancionado por el gobierno de facto fue levantado, las muertes, represiones y persecuciones se han sucedido sin que pueda contarse con información fidedigna. El Frente ha hecho posible, que a pesar de la desinformación emanada desde los medios de comunicación comerciales, pudiesen articularse grandes movilizaciones en las principales ciudades: Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso. Sin embargo, el accionar del ejército ha dejado de lado la legalidad cuando han sido asesinados a sangre fría algunos líderes populares sin que se esclarezca lo sucedido. Agresiones a periodistas y campañas por desmovilizar para naturalizar la situación han sido, hasta el momento parte de la estrategia de quienes han ocupado el poder.
Los presidentes americanos en su totalidad han sido enfáticos en la condena a lo sucedido en Honduras. Sin embargo, especialistas en política latinoamericana, como el estadounidense James Petras aseguran que la posición de su país no es unánime y que el golpe contaría con importantes apoyos de fuerzas militares norteamericanas. De todos modos, el aislamiento internacional y la movilización interna darían a entender que la situación no puede prolongarse por mucho más tiempo, aunque es difícil predecir su desenlace.
En nuestro país, por su parte, se han producido declaraciones y acciones en apoyo a la lucha del pueblo hondureño. El paro cívico nacional que se realizó en Honduras repercutió en distintas organizaciones de trabajadores nucleadas en la Confederación Sindical de las Américas (CSA) que convocó a una jornada continental de lucha. Mientras el presidente Zelaya lanzaba el ultimatúm al gobierno de facto, la CTA y la CGT se movilizaron encabezadas por Adolfo Aguirre y Julio Piumato respectivamente a la embajada del estado en cuestión donde se entregó un petitorio repudiando lo sucedido en Honduras , afirmando que se trata de “un retroceso en la consolidación de los procesos democráticos de todos los pueblos”.
Fuentes: ALER, ACTA, FARCO, FM Compartiendo, Radio Estación Sur, Agencia Walsh