(LPR, José C. Paz).- San Miguel ya tiene aprobada la ordenanza del Presupuesto Participativo desde 2006, el debate en los barrios a lo largo del presente año, y el objetivo de ponerlo en pleno funcionamiento en 2008. En Moreno, lanzaron la propuesta hace un mes, con la presencia de numerosas organizaciones sociales, representantes de la iglesia local y funcionarios municipales. En José C. Paz un grupo de organizaciones, algunas de ellas vinculadas al Instituto de Economía Social, ya iniciaron los primeros contactos entre ellas para generar una mayor participación, e impulsar el proyecto de ordenanza de presupuesto participativo. La hegemonía política del oficialismo no sería un obstáculo ya que la renovación parcial del Concejo Deliberante genera expectativas para luego del 10 de diciembre.
El último orejón del tarro
Los casi 300.000 habitantes de José C. Paz no pueden comprender las causas del retraso que viven gran parte de los barrios. La larga lista de falencias en lo estructural se agrava cuando se suman al gran déficit social que existe entre la población. Asfaltos, redes de agua, centros sanitarios, escuelas, cloacas, transporte, aislamiento entre los barrios. A esto se suma escasas dependencias policiales y ningún tribunal judicial (más allá del juzgado de paz). Estos son algunos de los temas no resueltos. Pero, además, un sistema de salud deficiente, con enfermedades evitables, casos de desnutrición. La educación pauperizada, desocupación alta o solucionada parcialmente con empleos en negro. Y, como corolario, violencia institucional.
Algunos dicen que se trata de un distrito joven, que recién está despegando, pero lo cierto es que, junto a Florencia Varela, es considerado uno de los más pobres del Gran Buenos Aires, y es tratado como el patio trasero, como el último orejón del tarro.
José C. Paz se erigió como distrito autónomo hace doce años. Rubén “Hueso” Glaría fue su primer intendente y gobernaba con la ayuda económica del entonces gobernador Eduardo Duhalde, quien le permitía cerrar sus ejercicios económicos con préstamos no reintegrables. Los vecinos no eran escuchados. Hace diez años, en diciembre de 1997, se inició una movida vecinal muy fuerte en el barrio Sol y Verde, con el reclamo de la estación de ferrocarril para toda la zona. El proyecto que impulsaban los vecinos consistía en dos estaciones, la primera en Frino y la otra en Sol y Verde, en la intersección de Croacia y las vías del San Martín. La respuesta fue el armado de una causa en la justicia federal contra una vecina que participó del pedido. Una década más tarde la estación sigue siendo una deuda pendiente, ya que en 50 kilómetros cuadrados, con una extensión de vías férreas de diez kilómetros, sólo existe una estación.
Por aquellos años, la violencia en el Concejo Deliberante era permanente, con trompadas, cuchilladas, tiros, a tal punto que en 1998 se frenó su funcionamiento durante un año completo. En 1999, ya harto, el pueblo votó por un cambio y Mario Ishii, con el 30% de los votos, desplazó del cargo al “Hueso”. Los cambios no se vieron ya que cuatro años más tarde los barrios seguían sin asfalto, sin agua, sin mejoras en los centros de salud, o en las estructuras de las escuelas. A las obras faraónicas en un distrito sin Palacio Municipal propio, se sumó el pedido de préstamos a organismos extradistritales, para cerrar los números.
El niño mimado
Es cierto que Ishii debió enfrentar las crisis de diciembre de 2001, con saqueos en los barrios, mientras las fuerzas de seguridad brindaban custodia al recién inaugurado hipermercado céntrico. Lo que también es cierto es que durante 2002 hubo muchos barrios que se organizaron para reclamar soluciones estructurales de fondo, realizaron marchas, entregaron petitorios, llegaron a la justicia para reclamar por el estado de abandono del distrito, pero solo se encontraron con la indiferencia de las autoridades. También hubo hechos de violencia concreta contra los vecinos, como cuando un grupo de desocupados fueron corridos por la ruta 197 cuando reclamaban pidiendo bolsas de comida y planes laborales. O cuando un grupo de vecinos armó una organización mutual para suplir la ausencia de transporte y puso en marcha un servicio de transporte, siendo golpeado de manera brutal el presidente de la mutual, al tiempo el colectivo quemado y la organización ninguneada.
La crisis le permitió al Intendente disponer de planes Jefes de Hogar, a través del cual pudo hacer un manejo político de la crisis social, volcando la situación a su favor y logrando su primera reelección, a pesar de contar con el 50% de la población sin trabajo. A nivel social no hubo mejoras y a nivel estructural la cosa empeoró, pero el oficialismo supo manejar la situación, favorecido por la inexistencia de un polo opositor estructurado, más allá de casos aislados. A los pocos meses recibió el apoyo del nuevo presidente de los argentinos, Néstor Kirchner, y se vieron algunas mejoras, como la construcción de casas y el asfaltado de algunas calles. Muchos llegaron a creer que el distrito era uno de los preferidos del Presidente, por la cantidad de veces que visitó la comuna, pero el lento avance del cumplimiento de las promesas y la falta de las obras de infraestructura abren un signo de interrogación. A ello se suma que siempre quedan dudas sobre las cifras del dinero que se maneja, ya que los números que dice la Nación y la Provincia que envían al distrito no coinciden con las obras que se ven.
Los vecinos empezaron a organizarse como para poder manejar parte de ese dinero, y tener un mejor control sobre lo que se gasta y en qué se gasta. El ejemplo de San Miguel y la movida iniciada en Moreno motivaron a diversas organizaciones paceñas a dar los primeros pasos para que la democracia no sea solo de los representantes, sino que el pueblo pueda participar de otras maneras. El pueblo paceño entra en un período de debate.
Fabián Domínguez (especial para La Posta)