(LPR).- El pasado sábado se fue Augusto Boal. El director, dramaturgo y pedagogo brasileño había nacido en 1931 y padecía de leucemia.
Adquirió reconocimiento mundial a partir del desarrollo del Teatro del Oprimido. Se trata de una corriente de pensamiento que presenta claras correspondencias con los escritos de Paulo Freire. En la obra de Boal son claves el autodescubrimiento y el posicionamiento. Convencido de que toda actividad humana es política, el teatro queda inserto en esta realidad y se promueve como un arma capaz de ser utilizada para la transformación.
En la introducción de Teatro del Oprimido y otras poéticas políticas, el autor sostiene que las discusiones sobre las relaciones entre teatro y política son tan viejas como uno u otra. Afirma que dos posiciones dicotómicas se contraponen históricamente: por un lado, se cree que el arte es pura contemplación, por el otro, que representa siempre una visión del mundo en transformación y es, en consecuencia, político. Varios interrogantes se desprenden de este planteo: ¿es el arte un fenómeno contemplativo o político? ¿Es suficiente que el artista plantee sus intenciones para que la realización siga el curso previsto por este?
Boal propondrá nuevas formas de hacer teatro, con un punto de partida común: la idea de que el arte es un arma para la liberación y la transformación de la realidad. Hace 12 años Paulo Freire fallecía dejando un legado para cualquier proceso de transformación popular, Boal nos deja los mismo, pero, además, nos deja una cuenta saldada, la articulación entre la Cultura y la Politica.
Adquirió reconocimiento mundial a partir del desarrollo del Teatro del Oprimido. Se trata de una corriente de pensamiento que presenta claras correspondencias con los escritos de Paulo Freire. En la obra de Boal son claves el autodescubrimiento y el posicionamiento. Convencido de que toda actividad humana es política, el teatro queda inserto en esta realidad y se promueve como un arma capaz de ser utilizada para la transformación.
En la introducción de Teatro del Oprimido y otras poéticas políticas, el autor sostiene que las discusiones sobre las relaciones entre teatro y política son tan viejas como uno u otra. Afirma que dos posiciones dicotómicas se contraponen históricamente: por un lado, se cree que el arte es pura contemplación, por el otro, que representa siempre una visión del mundo en transformación y es, en consecuencia, político. Varios interrogantes se desprenden de este planteo: ¿es el arte un fenómeno contemplativo o político? ¿Es suficiente que el artista plantee sus intenciones para que la realización siga el curso previsto por este?
Boal propondrá nuevas formas de hacer teatro, con un punto de partida común: la idea de que el arte es un arma para la liberación y la transformación de la realidad. Hace 12 años Paulo Freire fallecía dejando un legado para cualquier proceso de transformación popular, Boal nos deja los mismo, pero, además, nos deja una cuenta saldada, la articulación entre la Cultura y la Politica.
Fuente: ALACP