15 abr 2008

Con el espíritu del Aguante

(LPR, Moreno) - Mariló es un barrio del distrito de Moreno. En un momento supo tener su club, su salita de salud equipada con ambulancia, su plaza. Sin embargo, nunca contó con transporte digno o actividad económica relevante. Era un barrio que crecía a ritmo lento, como todas las zonas a las que las administraciones gubernamentales sólo prestan atención cada dos años.


Hubo un momento en que este crecimiento se transformó en retroceso. Así las escuelas quedaron destruidas, la ambulancia nunca más se vio por el barrio y los viajes al centro de Moreno se convirtieron en travesía. Los vecinos, muchos de ellos protagonistas en otras épocas de la construcción del barrio, se recluyeron en sus casas, descreídos de todo aquello que suene a política, y principalmente a elecciones.


Es así, que, frente a este panorama, en los barrios surgen formas de trabajo, que, a pesar de todo, logran mejorar la calidad de vida para todos. En Mariló, hay una plaza que cuenta con un anfiteatro, espacio de juegos y zonas arboladas. El pasto tapaba los caminos, las hamacas estaban rotas, no había iluminación. Las familias ya no concurrían y se evitaba su paso. En pocas palabras, el espacio público se había perdido. Un grupo de jóvenes, todos vecinos y vecinas del lugar, pensaron que colectivamente podían trabajar para cambiar esta realidad. Así nace la Junta Vecinal “Aguante Mariló”.


La Junta Vecinal “Aguante Mariló” comenzó, como muchas experiencias organizativas del Gran Buenos Aires, organizando el primer “Aguante la Cultura” a fines de noviembre de 2007. Juntándonse todos los viernes, cuando volvían del trabajo, este grupo de vecinos y vecinas aprovecharon para discutir como mejorar la calidad de vida del barrio, así descubrieron que la Plaza de Mariló donde estaban reunidos era el punto de partida ideal. Pasaban las semanas y al mismo tiempo que ideaban cómo podría ser un festival popular, los que pasaban por las veredas se preguntaban qué harían ellos allí. Mientras los infaltables “punteros” trataron de averiguar de qué se trataba el asunto y se retiraron de un espacio democrático y participativo que les resulta incómodo, el grupo visitaba algunas familias y les comentaba el proyecto.


Llega diciembre, y la organización del segundo Aguante trajo otro tema: qué responsabilidad le quepa al municipio en el estado actual del espacio público. Un evento cultural, pero también un petitorio dirigido al intendente Arregui donde se solicitaba la reparación total de la plaza, su reacondicionamiento en lo referente a los baños y el mantenimiento periódico. Para ello, el grupito que se juntaba los viernes, ya era capaz de juntar genuinamente dos mil firmas. El segundo paso estaba dado.

En enero, con los carnavales próximos, comienza a pensarse la tercera jornada de cultura popular. La apuesta era doble, reivindicando la fecha de Carnaval, con un grupo promedio de veinte personas que sostenían las reuniones semanales, se lanzaban a un “Aguante la Cultura” que durase dos días: el 23 y el 24 de febrero. La promoción en el barrio, el contacto con organizaciones ya experimentadas y una campaña que impulsó la participación a partir del slogan “solo el barrio salvará al barrio” generó lo que fue un éxito en todo sentido.


Ese fin de semana desfilaron murgas, artistas, recreólogos y principalmente, las familias del territorio que recuperaron una plaza. Ya habían logrado que la Municipalidad se haga cargo del corte del césped, mientras esperaban la rehabilitación de los baños. Las famosas “pandillas” que acampaban en la plaza, se integraron en su mayoría (aunque obviamente muchos se iban), ahora cualquiera podía utilizar el espacio, encontrarse, reconocerse. Quienes estuvieron presentes esos días podía sentir el espíritu autogestivo y la mística del barrio. Hay un valor que primaba en las acciones de quienes organizaban, pero también de los centenares de vecinos y vecinas que participaron: construir un barrio mejor para todos y todas más allá del grupo de pertenencia. Frente a problemas comunes, una organización autogestiva. La identidad colectiva se construye desde el barrio y eso permitió que a fines de febrero se haya fortalecido un territorio y no solamente un espacio asociativo. Ahora viene otro proceso: pensar un espacio de trabajo, una forma organizativa estable, recuperar la sala de salud. Los desafíos son muchos, las dificultades también lo serán, pero “entre todos” seguirán construyendo una mejor calidad de vida para Mariló.


Más información en: http://aguantemarilo.blogspot.com | aguantemarilo@gmail.com